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19.11.11 - 09.04.12
David Rodríguez Caballero. Glaciers Glaciares
Glaciar (Del fr. glacier). 1. m. Masa de hielo acumulada en las zonas de las cordilleras por encima del límite de las nieves perpetuas y cuya parte inferior se desliza muy lentamente, como si fuese un río de hielo.
Ese movimiento de los glaciares es sostenido y con el paso del tiempo produce una lenta erosión en la superficie inferior del hielo, pero también una acumulación de piedras y barro, las morrenas, que se muestran como campos de color aislados cuando se deshiela el glaciar. Además, los glaciares absorben y reflejan (por tanto calientan o enfrían) una diferente proporción de luz dependiendo de la compactación del hielo. Lo glaciar remite a espacios fríos, dotados de una
extraña fragilidad que sólo es acompañada por el sonido ensordecido y constante, como percutido, de este movimiento. El comisario de la exposición, Kosme de Barañano, ha utilizado la imagen poética del glaciar para nombrar esta muestra del artista plástico David Rodríguez Caballero (Dueñas, 1970) y para introducirnos en un proyecto artístico
marcado por una la austeridad formal que tiene como resultado una obra con alta carga sensorial.
David Rodríguez Caballero, 12 enero 2010, aluminio, 117 x 440 x 90 cm, Colección Würth España, Nº Inv. 13.427
En la investigación plástica de David Rodríguez Caballero hay una pulsión constante: redefinir las cualidades de los materiales con los que trabaja, manipularlos de tal manera que éstos puedan sacar de sí mismos posibilidades estéticas que no forman parte de su naturaleza. El artista trabaja formalmente en cinco formatos: aluminio, plexi, vinilo,
esmalte y papel (dibujos u origamis). La reflexión sobre cada uno de ellos y la problemática que le sugieren ha marcado el desarrollo de su proyecto artístico que está reflejado en esta exposición en aluminios, latones, vinilos, dibujos, modelos y joyas.
La obra de David Rodríguez Caballero combina forma y construcción, materialidad y lirismo. Desarrolla una geometría orgánica en planos, pliegues y curvas; la geometría es para el artista un mecanismo que le permite reflexionar, desde un acercamiento pictórico, sobre el color, la transparencia y la opacidad. Sin embargo, su obra es también un recorrido por la superficie de la luz, que es parte del contenido y de la naturaleza interna de la obra. La luz no es un componente del material partícipe en el proceso de creación de un artista, como el óleo o la tinta, sino un componente del resultado, del objeto artístico, un rasgo de estilo.
La preocupación formal de David Rodríguez Caballero se fundamentó, en su primera época, en la herencia teórica de la abstracción geométrica del siglo XX, especialmente en las series de aluminios planos y de origamis. Desde que comenzó a trabajar el aluminio a finales de los 90, el artista lo pigmenta por erosión, como los glaciares. Esto supone una pérdida de materia que resta dos cualidades al material, brillo y reflejo; pero supone el hallazgo de una nueva superficie texturizada, sensibilizada y llena de matices, que permite que emerja la luz interior del material. En el caso de los origamis sobre papel vegetal, la forma se consigue a través del plegado; el hallazgo es en este caso el efecton de veladura gracias a la superposición de la transparencia del papel. Los campos de color se aplican a posteriori (planos, periféricos, medidos, meditados) bien óleo sobre el aluminio pulido o vinilo de color sobre papel vegetal plegado.
El trabajo sobre papel tiene un discreto protagonismo en el proceso artístico de David Rodríguez Caballero. Por un lado, la reflexión formal de todas las piezas parte siempre de un diseño en papel, por otro, estas experimentaciones se han trasladado a otros materiales: el plegado ha supuesto un desarrollo decisivo en sus aluminios y el uso del vinilo se ha cargado de un fuerte carácter pictórico conformándose como un grupo propio de obras. El plegado del aluminio ha introducido el proceso industrial en la construcción de las obras, sin embargo el pulido de la superficie mantiene el preciosismo del trabajo directo sobre el material. Es un proceso dedicado y delicado, como de descodificación de un lenguaje compartido, inscrito en la naturaleza del material y escrito con las líneas que dibuja el artista.
Los títulos (fechas o “sin título”) están intencionalmente desprovistos de significado. El artista busca que la obra se explique por sí misma, que el resultado plástico de forma, color y luz sea el único que establezca comunicación con el espectador. Lo logra a través de un lirismo impropio de la dureza y la frialdad de los materiales, construyendo piezas
ingrávidas, cargadas de matices pictóricos y de profundidad volumétrica, en las que el artista encuentra nuevos interrogantes plásticos.
http://www.davidrodriguezcaballero.com/
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